Salmo #2 ¡Besen al Hijo!




¡Besen al Hijo!
Salmo #2

¿Por qué se han alborotado las naciones?
¿Por qué mascullan cosas sin valor?

Los reyes de las naciones se reúnen en consejo,
y los gloriosos complotan en unidad 
en contra de Yehováh,
y en contra de su Ungido:

"¡Rompamos sus ataduras!
¡Echemos fuera sus cuerdas!"

Aquel que se sienta en los cielos se ríe,
Yehováh se mofa de ellos;
entonces les habla en su ira, 
y en su enojo los aterroriza.

"¡En Sión mi Santa Montaña,
Yo he ungido con aceite a mi Rey!"

Recuento el decreto de Yehováh cuando me dijo:
"Tu eres Mi Hijo,
Hoy Yo te he producido como Padre.
Solo pídemelo, y te daré las naciones como herencia,
y los extremos de la tierra como posesión.
Las subyugarás con una vara de hierro,
Y las desmenuzarás como un vaso de alfarero."

Por lo tanto, Oh Reyes:
¡Actúen sabiamente!
Ustedes jueces de la tierra queden advertidos...
¡Sirvan a Yehováh con temor, 
y regocíjense con temblor!

¡Besen al Heredero,
para que Él no se enoje,
y se pierdan del camino
cuando su enojo apenas se haya encendido!

¡Felices son todos los que confían en El!














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